Hay un señor italiano ya jubilado al que le he escuchado algunas charlas. Un tío guay. Trabajaba como electricista pero lo que le gustaba de verdad era el yoga, la meditación, etc… Hoy se dedica a divulgar esas cosas. Hace poco contaron esta historia sobre él. A ver si lo cuento bien:
Cuando era joven le hablaron de un sitio donde la gente iba a abrir el corazón. Así que contactó con quien tuviese que contactar, se tomó unos días de vacaciones y se fue a ese sitio.
Allí le esperaba una furgoneta con unas cuantas personas más. Arrancaron, condujeron y después de varias horas los dejaron en medio de un desierto. Tenían lo justo para aguantar unos días y ningún vehículo para salir de allí. La furgoneta se fue en cuanto los dejó.
Y empezaron a tocar el tambor.
Desde la mañana hasta la noche.
No hacían otra cosa: en medio de un desierto tocar el tambor todo el día.
En algunos momentos no tenía claro si se había equivocado al ir allí. Pero no podía irse. Así que tocaba el tambor.
…
Unos días después. Mientras tocaba el tambor, en medio del desierto. Se puso a llorar. Un poco después, el de al lado también se puso a llorar. Y el otro… y el otro… Acabaron todos llorando.
Ese día entendió lo que era abrir el corazón. Y su vida cambió para siempre.
Hasta ahí llega el poder de las Artes.
La música, la danza, la pintura, la escultura…
Espero haberlo contado bien…