El término ateo nos describe como lo que no somos pero no como lo que sí somos y muchas veces la persona atea esconde tras ese término un sistema de creencias que no puede (o quiere) reconocer. Es una máscara bajo la cual se esconde en realidad una persona religiosa. O quizás confundida.
Más aún cuando en ciertos entornos el ateísmo es lo políticamente correcto bajo este paraguas se esconden en realidad (no siempre) personas acomplejadas, confundidas y sin un sistema de creencias bajo el cual puedan reconocerse y crecer personalmente. Se autodefinen como ateas porque no se atreven a manifestar que en realidad son religiosas.
Quizás esta circunstancia sea el verdadero Caballo de Troya por el cual están penetrando de manera tan existosa sistemas de creencias (quizás autodestructivos) como son el “Cientifismo” o “Transhumanismo”.