De vez en cuando uno sucumbe a las dinámicas de la ilustración comercial al realizar trabajos que perpetúan la cultura corporativa (las marcas convertidas en cultura popular) y abandonan la senda de la introspección poética, espiritual o “lo-que-sea-que-es-el-arte” (el fin último al fin y al cabo).
En este caso se trata de una colección de botellas de cerveza de distintas marcas y países del mundo.
No puedo negar que me he divertido bastante durante el proceso lo cual confirma aquel viejo proverbio que dice “sarna con gusto no pica” pero tampoco puedo negar que me invade cierta sensación contradictoria al ver el resultado: el dibujo me representa (me gusta) pero lo dibujado no me representa (no es que no me guste sino que me da igual).
Pequeños dilemas a los que uno se enfrenta de vez en cuando.
La lámina está disponible en mi página web