No sé donde leí que durante el siglo XX se vivió la lucha por dos forma de entender la economía y los Estados: el capitalismo contra el comunismo. Durante buena parte de la segunda mitad del siglo el capitalismo fue el triunfador supremo y Estados Unidos el gran ejemplo a seguir.
De manera análoga es posible que ahora mismo estemos en la lucha entre otras dos maneras de entender la salud (los nombres podrían no ser los más adecuados):
La Medicina Intervencionista: La salud como obligación social. Eminentemente preventiva. La vacuna como máxima expresión. Si hay que confinar se confina. La muerte es siempre una derrota. Tiende a la especialización.
La Medicina Tradicional: La salud como algo personal. Eminentemente paliativa. Tratar de curar o aminorar el dolor de los enfermos cuando sea posible y con los recursos disponibles. Acepta la muerte como parte de la vida. Tiende a lo Holístico.
La Medicina Ultra Intervencionista puede llegar a sacralizar la vida de tal manera que todo pasa a un segundo plano, incluso la calidad de vida, todo está justificado si salva o alarga vidas, sean cuales sean y de la manera que sea. Esta corriente tiene la fe en que la ciencia (como religión) es capaz de acercarnos a la inmortalidad y la salud eterna. Por el contrario la medicina tradicional, antiguamente muy empapada del cristianismo, acepta que la salud y la enfermedad son algo sobre lo que a veces no tenemos mucho control y que la muerte es una parte más de la vida.
Y en esa batalla estamos.
Yo estoy con la medicina tradicional.
Más poética, más espiritual.
Creo que más humana.
Es posible que el abandono de “Dios” en favor del mercado nos está llevando hacia el intervencionismo máximo. La muerte, sin el trabajo espiritual al que obligan las religiones, se convierte en un concepto que da pavor, que aterra.
¿Pueden el Arte y la Poesía recoger el testigo de la religión?