Un sistema de incentivos defectuoso es más que suficiente para convertir a una buena persona en una buena persona al servicio del mal. No son necesarios planes malvados ni retorcidos engaños, solo incentivos defectuosos. Y muchas veces se crean solos, por pura inercia.
Cuanto más compleja y jerárquica es la estructura de una sociedad mayor número de incentivos defectuosos.