VÍA ROMANA ha sido hasta ahora mi proyecto más polémico. Todos aquellos que han podido contemplarlo en vivo están en radicalmente en contra (de manera más o menos explicita) y en alguna ocasión incluso he recibido reproches subidos de tono. La obra, ubicada en el jardín de mi estudio, ha consistido en convertir una zona de césped con agradable pisada (era muy agradable) en una suerte de empedrado algo más incómodo.
La idea es que entre las piedras vaya apareciendo una planta rastrera (la dichondra repens) que embellezca a la vez que dulcifique la pisada. Llevamos 4 meses esperando a que crezca y aún solo cubre el 40% de la superficie. No es raro que familia y visitantes tropiecen debido a las piedras de canto rodado o que las sillas se escurran entre los huecos.
Yo mismo he tenido la tentación de quitarlo todo y volver al césped pero creo que si aguantamos merecerá la pena. En el Arte a veces tenemos que tirarnos a la piscina sin saber si habrá agua o no. Arriesgar es obligatorio, aunque también dar marcha atrás cuando es necesario.
Aquí arriba el antes y el después.