Bienvenido a mi taller. Aquí comparto parte de la magia (y a veces antimagia) que acompaña a la creación y que ocurre principalmente en mi lugar de trabajo. Encontrarás análisis, procesos, reflexiones, bocetos… Todo ello desde mi estudio/casa ubicado en Gandía, (Valencia).
Llevo unos días pensando en la idea de que debería ser el dibujo el que fuera una herramienta del intelecto (dibujar lo que uno está pensando) y no al revés, que uno termine pensando sobre lo que está dibujando, cómo dibujarlo, etc…
En otras palabras, cuando uno adopta el dibujo como una simple herramienta para materializar una idea eso es bien pero cuando se fuerza a hacer dibujos sin que partan de una idea que se quiere plasmar, cuando uno se empeña en hacer cosas “bonitas”, eso está mal.
Cuando fui al Museo Van Gogh coincidió con una exposición temporal en la cual se alternaban pinturas del holandés estampas japonesas que pudieron haber influido su forma de entender el arte. La idea era interesante pero en la práctica uno descubría que los japoneses eran buenísimos, pero muy, muy buenísimos, y Van Gogh, en cambio, al ser comparado con ellos quedaba como un mero aficionado de fin de semana.
Caído así el mito me he propuesto versionar en un dibujo una de sus series más conocidas, la de los girasoles. Esta imagen que muestro aquí es una versión casi terminada.
Si tuviera que escribir una guía de la ciudad de València empezaría así. Mal:
Valencia no es la ciudad más fotogénica del mundo si la comparamos con otros destinos “Lonely Planet”. Demasiados coches, demasiado asfalto y demasiados edificios sin más interés estético y urbanístico que las ganas de ganar dinero por parte de sus constructores. Si comparamos el nivel de instagramidad de València con Utrec, Paris, Venecia, Roma o Barcelona está claro que sale perdiendo.